Al ver el tres de espadas tirado sobre la mesa, hubo un crujir de galeones; algo así como cuando el mar se tumba sin compromiso y sobrelleva su contemplación de círculos en ruina. A partir de ese momento, no sólo me empezó a sobrar el aire, sino esa sed de putas redenciones y coartadas.
miércoles, abril 09, 2008
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