miércoles, julio 12, 2006

domingo, julio 09, 2006

Lecciones de Antropofagia V

El germen de este ocaso
se siente más adherido a la madera
y al pentagrama
que al espacio fáctico del suelo,
a su monovalencia tardía de resinas y tentáculos.

El goce de sentirse causado
anda a traspiés de niebla
con un ágape sin turno, punta por punta
las formas en que utilizas tu disfraz a la escala del poniente.

La pregunta es transparencia de lo oscuro.
Todo es remisión que exige
la uña del demiurgo,
acto y potencia. Ya sea con la casa derribada
o con la verbatura escindida de Lomismo.

Lecciones de Antropofagia VI

a Germán Machado

Me doy pierna arriba
con el revés de la mañana,
no ya en la risa
ni entre los desarmaderos
sino bajo este polo petroquímico de levadura inmensa,
llámese mundo o soporte.

domingo, abril 16, 2006

Lecciones de Antropofagia VII



Cada vez que los bestiarios
se multiplican en el torso de una latitud
concreta, resbálanse la espuma y las golondrinas
sobre las tejas verdes
y el desagüe.

Por eso digo yo que las auroras
se desgajan con su vocabulario de descargas
y en su angosto pasillo de festín omnívoro
sus sístoles
sus diástoles
se encuentran asediadas
por la fuga circular de la memoria.

No sé quién se quedó atrás
con toda su estatura o su estatuaria,
contemplando la tibia perfección de los deshielos,
no este trance de turbia cólera acallada
sino esa conjunción de hachas y laberintos
con su doble soledad
de espinas hasta el hueso.

Lecciones de Antropofagia VIII



Desde ese término breve
- quizá sin perder el tiempo -
por donde la teoría de la palingenesia y un tango de Zitarrosa
se juegan al miedo de ser dos,
no aprenderé por qué una tregua habrá de ser necesaria
ni por qué un Gólgota suplanta los puentes que
de golpe están ahí, son esto,
mientras la espalda doblada y los pies de barro
se empastan por la avenida buscando quien los sostenga.

Lecciones de Antropofagia IX

a Marisa Negri

Si fuera la reanudación de los caminos o
si fuera la envergadura croma de algún cerro
aquí a la vuelta
con su destello brusco y su rastrillaje.

Si fuera mirando el mar o la estría en la vidriera
sin recordar la dura fibra,
todavía sangrando, de los cuervos y el desaire.
Si fuera este café de lunería.

Si fuera yo la vida eterna
y no su eterno ardor,
si fuera la nervadura de un corazón transgénico y vulturno,

me volvería a hundir
-oscuramente-
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.

sábado, abril 15, 2006