jueves, agosto 02, 2007

Lecciones de Antropofagia II

Por si una súbita deglución
de doctrinas con un tacto de doncella
se elimina, dejemos el día claro.
Nada de zapatos y pestañas a la hora del café:
ayer mataron la liebre y borraron del calendario
un marzo que nunca vino.

Por si el eterno retorno
se queda atascado frente al palomar de muertos
sin lápidas ni angustias, dejemos la madrugada.
En ese instante el aire de los recuerdos
regresará a la escuela, o tirará aserrín
sobre la cama que jamás usaré para el descenso.

Por si la extensión del cuerpo
dimanara dinamitas o cardos que nos trituren
la mortaja y sus racimos, mejor dejemos los llantos.
Hoy habremos de asistir a mi textura de mandrágora
frente a tanto despalabro turbio,
inconsecuente.